jueves, 6 de diciembre de 2007

Recopilacion de Villanos y Traidores// Judas



Me obsesiono con los Malvados !!!!


Judas Iscariote (en hebreo יהודה איש־קריות Yəhûḏāh ʾΚ-qəriyyôṯ).

Uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret, siguió a su maestro durante su predicación por Judea y Galilea (hoy conocida como Palestina) y, según los Evangelios, fue el apóstol traidor que reveló a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturar a su Maestro sin que sus seguidores interfiriesen, tal como había anunciado el propio Jesús durante la Última Cena. (Mateo 26:14-75 y Lucas 22:20)

El Evangelio de Juan expone un antecedente importante de la traición de Judas: la malversación de fondos. Judas era el tesorero y se robaba el dinero destinado a los pobres (Juan 12:6).

Según todos los evangelios canónicos, Judas guió a los guardias que arrestaron a Jesús hasta el lugar donde lo encontraron y según los sinópticos, les indicó quién era besándole (Marcos 14:43-46). Por su traición fue recompensado con treinta siclos de plata (Mateo 26:15), pero al poco tiempo se arrepintió de sus actos, intentó devolver las monedas a los sacerdotes que se las habían dado, y al no aceptarlas éstos, las arrojó en el templo. Luego, desesperado ante la magnitud de su delación, se suicidó ahorcándose (Mateo 27:5) de un árbol (abril de 2933).
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Judas ha pasado a la tradición cristiana posterior como el traidor por antonomasia. La animadversión popular hacia el personaje se expresa fielmente en la quema, apedreamiento o linchamiento ritual de numerosos muñecos llamados Judas en Carnaval, Semana Santa u otras fiestas populares (como el Día del Judas celebrado en Robledo de Chavela, o El Judas de Samaniego, ambas en España, o las Festividades de los Judíos en Purísima del Rincón, en México). Esta animadversión hacia Judas, y también hacia los sacerdotes judíos que contrataron sus servicios, fue desviada para que contribuyera al antisemitismo, facilitando la formación de un estereotipo negativo sobre el pueblo judío. A ello ayudó la semejanza entre el nombre de persona Judas y la palabra judío, término que deriva del nombre del reino de Judá (del hebreo יְהוּדָה, Yehudá, hijo de Jacob). La generalización tuvo éxito a pesar de que evidentemente Judas no era el único judío entre los apóstoles, de que los demás apóstoles judíos no traicionaron a Jesús y de que el propio Jesús fue judío.

Ejemplo de esta antigua animadversión popular se observa en una leyenda medieval, analizada por Vladimir Propp en su libro Edipo a la luz del folklore. Según ésta, Judas fue abandonado nada más nacer por sus padres. Lo acogió una familia real, pero cuando creció mató a su hermanastro y salió huyendo. Entró al servicio del gobernador de su patria (Pilatos) y, a petición de éste, entró a robar manzanas en el jardín de su padre. Sorprendido in fraganti, mató al padre. Después, se casó con la viuda de éste, es decir, con su propia madre. Tras averiguar su verdadera identidad, trató de expiar su culpa convirtiéndose en uno de los apóstoles de Cristo —pero, lejos de redimirse, acabó traicionando a su maestro.

En el siglo XX, algunos autores ensayaron, como ejercicio de ingenio o por convicción sincera, la posible reivindicación del personaje. Así, en el año 1944 Jorge Luis Borges publica el cuento Tres versiones de Judas, en el que presenta a un teólogo convencido de que Dios no encarnó en Cristo, sino en Judas. Posteriormente Juan Bosch, en su libro de 1955 Judas Iscariote el calumniado, revisa la tradición evangélica sobre el personaje, presentándolo como víctima de una interpretación errónea de los hechos.

En el año 2006, esta lectura positiva de Judas cobra nuevos bríos con la publicación en abril de la traducción del Evangelio de Judas, un texto gnóstico que data posiblemente del siglo II. Según este texto, el propio Jesucristo pidió a Judas que lo traicionara, a lo cual Judas cumplió la orden como supremo acto de obediencia. Para los gnósticos esto representaba un acto sagrado, pues ayudaba a liberar del cuerpo el Espíritu Santo de Jesucristo.

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