jueves, 29 de noviembre de 2012

NO SE ENSEÑA A AMAR- WALTER RISO

No se enseña a amar, se educa para amar. Es decir, existe una especie de aprestamiento afectivo, una serie de prerrequisitos iniciales que permiten, si el amor se da, vivenciarlo sin tantos obstáculos y maduramente. El amor no se busca, se encuentra. El amor interpersonal, al menos en este mundo, no está libre de problemas. Cada amor arrastra su propio lastre que le impide volar. Si hay sobrepeso, ni siquiera permite el mínimo desplazamiento: el amor se vuelve Inválido. Amar no es como soplar y hacer botellas, aunque tengamos todas las buenas intenciones. Establecer un vínculo afectivo es iniciar un intercambio que incluye lo que uno verdaderamente es. Podemos disimular los defectos al comienzo, pero las máscaras cansan y a la larga o a la corta, nos pillan. El acto de amar expresa lo que uno es, con “taras” y traumas incluidos. Es imposible desligar el lado malo y sólo entregar lo bueno: el amor es un problema de calidad total. Decir que el amor está libre de problemas y conflictos es querer desconocer la esencia misma de su principal ejecutor. No solamente creamos la forma de expresar el amor, sino su contenido. Una persona realista en el amor sabe esto, no espera recibir “peras del olmo”. Aprender a ver el amor como realmente es desarrolla inmunidad al sufrimiento, alta tolerancia a la frustración, mejora la toma de decisiones y la resolución de problemas. Para vivir una relación afectiva sana y alegre no necesitamos el amor de película sino el de verdad. Quizá nos decepcione un poco que no haya calabazas convertidas en carrozas, príncipes y milagros. Pero es posible que la magia esté en insertar el amor en la convivencia mundana y el quehacer cotidiano de una humanidad personal cada vez más tambaleante. Un amor parcializado, cómodo y sólo para determinadas ocasiones, es mentiroso. La sensibilidad que brinda el amor realista se hace evidente en el aquí y el ahora, con debilidades y virtudes, sin escenarios o escenografías artificiales, y con un gran sentido perceptivo. El amor real es aceptación con honestidad: “Esto me gusta de ti, esto otro no” “Te quiero, pero también queriéndome” pasión y tratando de acoplarla al patrón preestablecido. Si limpiáramos lo que más pudiéramos nuestra mente de falsas esperanzas, expectativas, imágenes, recuerdos y cuentos de hadas, podríamos establecer una conexión directa con el amor y sentir su verdadera fuerza. Al hacer contacto con el amor real descubriríamos un sentimiento vivo que podría manifestarse en todas partes y bajo cualquier circunstancia: en bus, con aguaceros, en la oficina, y hasta con dolor de muelas. ¡Benditos sean los silencios amigables, el consentimiento implícito que acompaña una sonrisa o el gesto afirmativo qué no modula! Una buena pareja no habla tanto como la gente cree, sino lo suficiente para mantener vivo el interés. WALTER RISO- http://www.walter-riso.com/
Entrevista al psicologo Walter Riso, mi maestro:

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